miércoles, 8 de mayo de 2013

LA VERDAD DE LOS ALIMENTOS











  Casi en todos los continentes del mundo, especialmente en las ciudades y en los pueblos la comida se distribuye a través de los supermercados y las tiendas y algo menos en mercados. En Europa, las personas que ya tienen cierta edad pueden recordar y darse cuenta de cómo los alimentos que se ofrecen en las tiendas han ido cambiando a lo largo de los años de más natural a productos casi totalmente industrializados. Hoy en día  las estanterías que ofrecen vegetales y frutas son mucho más reducidas que los  pasillos llenos de bolsas de "snacks", pasillos enteros de comida precocinada, pasillos enteros de "chucherías", pasillos enteros de fórmulas lácteas para biberones y tarritos de comida de bebés...y paralelamente la humanidad ha enfermando más y más con enferemedades psicológicas y de comportamiento, depresiones, alergias, diabetes, cáncer y muchas complicaciones que están afectando en general a la salud y constitución del ser humano. En Estados Unidos este proceso comenzó incluso unas décadas antes que en Europa. Sin embargo aunque en el fondo sabemos todo esto nunca  nos ponemos con pancartas de protesta delante del supermercado para exigir comidas más sanas. Nadie se planta delante de las tiendas para protestar y preguntar por qué se pone en todo sirope de glucosa, lecitina de soja, azúcares y sales industriales, aromas, colorantes, frutas sin madurar y posiblemente de producción transgénica...
Es como si el ser humano dijese, adelante, qué más da, no cambia nada. Sólo unos pocos buscan la alternativa.
  Pero en verdad, aunque muchos piensen que no hay diferencia, sí hay algo que cambia: pensemos en todos los años que el ser humano estuvo en la Tierra y si se procreó y se extendió fue gracias a que estaba sano, fértil y robusto.  Desde hace muy pocos años el ser humano ha comenzado a tener cada vez más problemas de fertilidad y lejos de reducir las enfermedades con la medicina tan avanzada que se supone que existe ahora, la variedad de enfermedades y problemas de fertilidad se han extendido de una forma alarmante. Cabe preguntar si sobreviviremos, si seguiremos viviendo en contra de nuestra naturaleza.
  Reflexionemos cómo la salud de una persona del siglo III viniendo al mundo con el alimento de la leche maternal, comiendo frutas y  verduras directamente de las plantas   que le rodeaba, comiendo cereales y legumbres  sin pesticidas o fertilizantes químicos, conociendo muchos remedios naturales pasados de generación en generación, bebiendo de manantiales, no puede ser la misma salud que la de una persona de nuestra era que se alimenta de lo que le ofrece el supermercado y de manera que le exige el nuevo ritmo de vida: sandwiches o bocadillos con panes llenos de azúcares industriales, sales industriales, químicos, con untables totalmente insanos como margarinas, cremas de cacao que en realidad son sólo aceite de palma y azucar industrial, miles de opciones de comidas precocinadas, congeladas, servidas en unos minutos al microondas que rompe la estructura de los alimentos.  Añadamos a esto el agua de las ciudades o de los pueblos que se filtra y se mezcla con cloro, flúor y otros químicos con la única alternativa de comprar agua embotellada que en muchos casos es la misma que la canalizada, lejos de ser natural y beneficiosa para el cuerpo. No puede ser lo mismo aquel humano que este humano de ahora. Es como si comparásemos el animal domesticado y alimentado a piensos con el animal original o el que aún sigue viviendo sin domesticación en su entorno apropiado, con su alimento correspondiente y adecuado. No estoy sugiriendo que volvamos a esa imagen tan extendida del humano salvaje, cavernícola pero la verdad es que toda esa comida industrializada, todos esos alimentos transgénicos...son en realidad "piensos" para humanos y como tal, la mayoría de los humanos se comportan de una forma demasiado mansa y subordinada a este sistema de circulación de los alimentos. El dicho "eres lo que comes", se cumple.

  Aún quedan algunas personas sabias conocedoras de los secretos de la alimentación, sólo ellos entienden bien esta ley natural que viene desde el origen del ser humano y tratan de extender sus conocimientos en libros, en charlas, curando a pacientes a través de la nutrición. Internet, mientras que no cambien su accesibilidad ha sido una revolución para hacer pensar a la gente sobre lo que debe comer y lo que no. Internet sustituye  la sabiduría de las generaciones anteriores en un mundo de aislamiento individual y familas quebradas.
 Sorprende que todo el mundo sepa que existe por ejemplo sólo un combustible adecuado para su coche y que no se le ocurra poner uno que no es adecuado, sorprende que hasta un niño sepa que a un periquito no se le puede dar un filete. ¿Cómo es posible entonces que el ser humano haya olvidado cuál era su alimento propio, el que hace funcionar óptimamente su cuerpo, su mente y su abandonado espíritu, cómo es posible que olvidase o ignore el alimento que le fue asignado desde su origen o desde su creación?

  En realidad la mayoría de las culturas antiguas estudiaron el efecto de los alimentos y las hierbas en el ser humano, y eran más conscientes del efecto directo entre lo que ingerimos y lo que somos.  En ese sentido, el Ayurveda, un sistema de salud completo de la tradición hindú, es un buen ejemplo de cómo clasifican los alimentos según los efectos que produce en el ser humano. Los que siguen este conocimiento ancestral dividen los alimentos en tres tipos y comprueban o demuestran que según la alimentación así la persona tiene un tipo de físico, un tipo de mentalidad y un tipo de espiritualidad más o menos armonizadas. La verdad es que cualquier cosa que se ingiera tiene un tipo de energía que puede resultar beneficiosa o perjudicial. Merece la pena investigarlo. Comer con este conocimiento es una de las bases para la evolución del ser humano, es una de las bases de las que depende todo el futuro de la humanidad y las siguientes generaciones.

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